domingo, 25 de marzo de 2012

EL PAPEL DE LOS REFUGIADOS PALESTINOS EN LA RESISTENCIA

Los campos de refugiados como usina de la resistencia antiimperialista al sionismo

(Extracto de la entrevista a Leila Khaled hecha por una compañera de las BRISOP en Amman el 4 de enero de 2012) 

Como lo he declarado en mi biografía (Mi pueblo vivirá, 1973), yo misma soy una refugiada palestina. Mi familia vivía en Haifa. Fuimos expulsados de nuestra casa el 13 de abril de 1948, cuatro días después de mi cuarto cumpleaños. La única vez que he vuelto a ver Haifa fue cuando el compañero Salim Hissawi la sobrevoló después de haber expropiado un avión imperialista.

Soy responsable de cuestión refugiados en el Comité Central del FPLP.

 ¿Por qué la cuestión de los refugiados es tan importante para nuestro movimiento de liberación nacional?

Los refugiados palestinos en todos estos años de lucha han desempeñado un papel importante en la batalla contra el proyecto sionista. Resulta natural dado que los refugiados son el nudo central del conflicto. Su papel es histórico, político, estratégico. Una de nuestras reivindicaciones inmodificables como FPLP es el derecho al retorno de los refugiados a sus casas. Para que esto suceda es necesario el desmantelamiento del proyecto sionista y de la visión colonialista occidental. Como declarara George Habash en una entrevista: “Los refugiados son el puente que une los objetivos tácticos y estratégicos de nuestro movimiento de liberación nacional; cualquier acuerdo que no prevea su derecho al retorno está destinado al fracaso”. Cuando hablamos de refugiados palestinos estamos hablando de cinco millones de personas que viven en los campos del territorio palestino o dispersos en el extranjero en áreas donde hallaron refugio a partir de 1948. Para satisfacer la necesidad de una situación que se consideraba transitoria, las Naciones Unidas crearon una agencia adjunta para refugiados palestinos, la UNRWA. Los palestinos abandonaron sus casas entregando las llaves…

Rápidamente las condiciones de vida inhumanas dentro de los campos, la puesta en práctica cotidianamente del proyecto de exterminio sionista, crearon el caldo de cultivo para generaciones enteras de guerrilleros. La lucha asume diversas formas hasta los años cincuenta y se estructuró en lucha armada a partir de 1965 con la revolución palestina contemporánea.

Los campos reflejan el crimen cometido por el sionismo y el imperialismo contra el pueblo palestino: cuando en 1948 nuestra tierra fue ocupada, fuimos expulsados por la fuerza pero quedaron los testimonios. El fin último del sionismo es borrar cualquier forma de memoria de lucha. Los campos de refugiados han sido y son el centro de los ataques sionistas porque son la memoria viviente de la Nakba. Ya en 1948, Ben Gurion, uno de los líderes sionistas, dijo a propósito de las continuas masacres y de la ocupación de Palestina que no habría ningún problema con los árabes porque “los viejos morirán y los jóvenes se olvidarán”. Pero los campos de refugiados continúan siendo la fuente de la resistencia después de cuatro generaciones de refugiados y luego de numerosas tentativas por parte del imperialismo de poner fin a las reivindicaciones con planes para “resistemizar” la cuestión.

Después de la conferencia de Madrid y los acuerdos de Oslo quedó claro para los refugiados que se trataba de planes para “bypassear” el derecho al retorno sustituyéndolo con reubicaciones sobre el territorio de las naciones árabes y eventuales compensaciones, para evitar la implementación de la resolución 194 de las Naciones Unidas. El único modo de enfrentar y vencer también esta tendencia es reforzar la resistencia palestina, la lucha popular y la organización de los refugiados allí donde se encuentren, en la Palestina ocupada en 1948, en 1967, o dispersos en el extranjero.
Los campos han sido atacados sistemáticamente, directamente por los sionistas o por los gobiernos reaccionarios árabes (como fue el caso del ejército libanés en 1973 cuando la resistencia palestina estaba en su ápice): recordemos en Líbano la masacre de Sabra y Chatila, el asedio de Tel-al Zaatar, la destrucción de Nabatiyeh, en Palestina la masacre en el campo de Jenin en el 2002 y los ataques a los campos de refugiados en la Franja de Gaza.

Aún existen condiciones de vida diferentes en los campos de refugiados del extranjero. Como ya lo dije, en Líbano la situación de los refugiados palestinos es dramática, las condiciones de vida son inaceptables y hasta unos pocos meses atrás el gobierno libanés tenía prohibido efectuar más de setenta tipos de trabajo o poseer propiedad; el gobierno sirio en cambio ha facilitado niveles de vida más dignos y luchado por el derecho al retorno, negándose a integrar a los refugiados palestinos como ciudadanos sirios. Y nosotros estamos de acuerdo con esta política; la integración como ciudadanos del Estado en que se encuentran los refugiados es la tumba de la reivindicación del derecho al retorno. Jordania persigue este objetivo con el beneplácito de Occidente y se está hablando de ello en algunos Estados europeos como Alemania. Nosotros, como ya dije, nos oponemos: el status de refugiado se transmite y debe transmitirse de padre a hijo como la memoria de la lucha.

El año pasado, el día de la Nakba cientos de jóvenes palestinos se movilizaron desde sus campos de refugiados hasta las fronteras del Estado sionista y decenas de ellos lo pagaron con la vida, pero este sacrificio es la memoria viviente de que el proyecto sionista aunque sostenido de manera amplificada por las potencias imperialistas está lejos de haber vencido.

Reiteramos que nuestra lucha no es una mera lucha de liberación nacional sino una lucha sin cuartel contra los planes del colonialismo imperialista en nuestra región, del cual el sionismo representa su cara más atroz. En este contexto se pueden insertar la guerra a Irak y el intento de desestabilizar a Siria, teniendo como objetivo último la reducción del Líbano a colonia sionista y el ataque a Irán. Pero la resistencia de un pueblo no se puede borrar: también los sionistas pueden perder, como lo ha demostrado el Líbano en el 2006.

En este contexto, resulta muy importante la solidaridad de clase internacional. Debemos oponer un frente de resistencia común al imperialismo; es importante reescribir nuestra historia sin hacerla contar al enemigo.
Por esto mismo, la problemática de la memoria de la lucha de clases es fundamental para nosotros y el día de la Nakba asume una extrema relevancia.

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