domingo, 25 de marzo de 2012

Compañeros, el siguiente documento es un aporte para la discusión sobre la situación poítica actual. Esta es nuestra visión:

 
Una multiplicidad de factores, propios y ajenos, están agrietando rápidamente el consenso kirchnerista. La primera delimitación de aguas la hizo la presidenta en su discurso de asunción con la crítica a los docentes que reclamaban mejoras salariales, esto se ha transformado en el eje de la línea política para el oficialismo: todo reclamo es extorsión. Esta ruptura tiene como base el agotamiento del “modelo”, que como ya ha sido reconocido por el gobierno, no se puede desacoplar ni tiene blindaje alguno ante la crisis internacional. Con el fin del viento de cola terminó el superávit comercial y no hay yuyito que revierta esa situación. El fondo del problema es que no se modificó (si no todo lo contrario) la matriz dependiente y primaria del capitalismo vernáculo.

Ante este cambio de situación el kirchnerismo muestra su verdadero rostro, el de la defensa de los intereses empresarios. La pelea con Moyano es parte de eso, el camionero representa a una de las capas mejor remuneradas de la clase trabajadora; los trabajadores estatales principalmente los docentes y ahora los trabajadores desocupados no cooptados, antes eran los “piquetes del hambre”, ahora son desestabilizadores. "Estos cortes son formas de protesta desestabilizantes, excesivas, sin racionalidad, sin razonabilidad, salvajes", afirmó la ministra de Seguridad y Derechos Humanos, Nilda Garré, para acusar a los grupos piqueteros no kirchneristas de recurrir a la "extorsión permanente".[1]

Esta separación de la base social del gobierno, que hasta obligó a Hugo Yasky, dirigente de la fracción oficialista de la CTA, a salir al cruce de las declaraciones de Cristina Fernández, intenta ser compensada con la acumulación de poder de la tropa propia con La Cámpora, como forma de sostener el relato, aunque sin medidas que lo acompañen. “dos notas de opinión aparecidas esta semana –una en Clarín y otra en La Nación lo que provocó una respuesta pública de la presidenta Cristina Kirchner, que incluyó una defensa de la militancia juvenil, tal vez el rasgo más distintivo del cristinismo en ciernes” [2], los jóvenes son el futuro siempre y cuando, no sean pobres.

Parece que los nuevos pilares del gobierno serán la juventud maravillosa de Puerto Madero y el sindicalismo afín al gobierno y a los empresarios. En esta esquina se perfila el metalúrgico Antonio Caló, un heredero de Lorenzo Miguel que puede operar como puente entre los gordos y Moyano y que protege la industria nacional, manteniendo bajos los salarios de los obreros metalúrgicos.


Robo para la corona

Entre las medidas oficiales de la sintonía fina, la reforma de la carta orgánica del Banco Central es hasta ahora la más contundente. Aparte de la estatización de algunos sectores de YPF que ya no valen nada, el cambio en el funcionamiento del BCRA tiene el mismo objeto que la estatización de las AFJP, nutrir las arcas de un Estado cada vez más anémico, “el financiamiento neto desde el BCRA al Tesoro Nacional aumentó casi 15 veces entre 2007 y 2011”[3]

La reforma permite al gobierno disponer a discreción de las reservas del Banco Central, en mayor medida que hasta ahora, pero como mencionamos más arriba, ya no está en el interés (y la posibilidad) del gobierno utilizar esos fondos para asistencia social, aumento a los docentes o jubilados,  sino para pagar deuda externa, según declaraciones de Mercedes Marcó del Pont, “se redefinirá el nivel de reservas óptimas a partir de distintos criterios, como la evolución de las cuentas externas, el nivel de dolarización del país y los vencimientos de deuda, entre otros parámetros coherentes con el actual modelo macroeconómico”[4]

Esto es, en criollo, un violento manotazo a las arcas públicas para beneficio de los organismos internacionales de crédito, como Robin Hood pero al revés. Parafraseando al funcionario menemista José Luis Manzano: un robo para la corona.


No voy en tren, voy en avión

El traspaso de los Subtes y colectivos al ámbito de la ciudad de Buenos Aires, es una forma de sacarse de encima un gasto insostenible para el Estado nacional y hacerle pagar a Macri el costo político del aumento de tarifas. En eso, más allá de los chisporroteos discursivos, no hay diferencias. Tanto Mauricio como Cristina están de acuerdo en el ajuste como única opción, la cuestión es quién pone la trucha y paga en términos electorales.

Esta jugada para alimentar el cuco de la derecha macrista tiene los mismos límites que la red de subtes: no alcanza al conurbano ni a la crisis estructural del transporte público. Este problema no es tan fácil de transferir, sobre todo cuando comienza a desnudar el entramado de corrupción pública que no sólo atraviesa a las concesiones del transporte, sino que roza el círculo más estrecho del poder ejecutivo. En estas condiciones el discurso que antes rebozaba de épica e idealismo progresista, hoy bordea el ridículo y deja ver, a sectores cada vez mas amplios de la población el verdadero rostro de Tartufo.[5]


El campo de juego está delimitado y a esta altura, está más que claro que el gobierno no juega para los trabajadores. Es tarea nuestra, de todas y todos los que diariamente luchamos por cortar la raíz de todos los males de la sociedad, el capitalismo, forjar una herramienta política independiente para recorrer el camino de la definitiva independencia de nuestro pueblo: el camino de la unidad y el socialismo.



¡Por la Unidad y el Socialismo!
 



[1] La nación 17/03/12
[2] Página 12 17/03/12
[3] El Economista 16/03/12
[4] Página 12 17/03/12
[5] Personaje de una comedia de Moliére que se forjaba una imagen de honestidad y honra, pero era en el fondo un rufián.




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